Efectivamente el aporte calórico de estas bebidas es mucho menor
que los refrescos normales ¿pero, significa eso, realmente, que no engordan y
son sanas? .
Hay estudios controvertidos sobre si estas bebidas influyen o no
en nuestro peso, algunos demuestran incluso que podrían hacernos engordar, se han relacionado
especialmente con el acúmulo de grasa abdominal. Está demostrado que aumentan
las probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.
Hay otros muchos efectos negativos relacionados con estas bebidas,
como el efecto desencadenante de migraña
que tiene el aspartamo, la erosión dental debido al ácido cítrico que debilita
y destruye el esmalte de los dientes, la mayor probabilidad de desarrollar una
depresión en personas que tomen más de una lata al día, la disminución de la
densidad ósea en mujeres que las toman
de forma habitual, e incluso un aumento en la probabilidad de desarrollar
un problema vascular.
Después de esto podríamos pensar que estos refrescos son poco
menos que un veneno, en realidad no es así si los tomamos de forma esporádica,
pero no deberían estar incluidos en nuestra dieta habitual, pues es su consumo
diario el que ocasionaría esos perjuicios.
No debemos olvidar que
estas bebidas tienen aporte nutricional cero,
es decir no aportan nada positivo a nuestra alimentación, pero sí
llevan aditivos y edulcorantes son perjudiciales cuando abusamos de ellos.
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